Tras el vendaval Morante, que con sus palabras puso voz al pensamiento de muchos toreros incapaces de exponer en público lo que no se cansan de repetir en privado, llegó ayer la crónica de una muerte anunciada: la de las mismas medallas a Paco Camino y a José Tomás por "vergüenza torera".Ahora, como nueva vuelta de tuerca, aparece en escena como arte de birlibirloque un Grande de España que ataca a Morante con la gracia que se espera de tan ilustre personaje de la nobleza. En una carta al director del ABC, Cayetano Martínez de Irujo, Conde de Salvatierra afirmó que "Morante ha demostrado que es un pobre hombre resentido y despreciable". O lo que es lo mismo, lenguaje de suburbio desaliñado y pandillero como new style de la premium class.
No creo que Rivera Ordóñez merezca la medalla pero tampoco que sea merecedor de acaparar todas las críticas. Los verdaderos responsables son los que han otorgado ese premio, el jurado que ha demostrado desconocer por completo el significado de la palabra ARTE aplicado al mundo de los toros.
Da la sensación de improvisación en una insana costumbre, que parece haberse instalado allí donde se cocinan estos guisos, que no es otra que la de otorgar sí o sí esta medalla a un torero o a alguien vinculado con el mundo taurino. Los ARTISTAS no surgen con la llegada de la primavera, como sí lo hacen las setas de cardo que afloran más o menos puntuales en sus citas convenidas. Por eso, no siempre habrá un torero merecedor de un galardón nacional al que se le presupone una alta estimación. Desde mi humilde opinión, un reconocimiento, bien sea mediante la entrega de una medalla, una placa o un bonsai japonés gestionado por Barceló, no puede depender sino del mérito y de aunar los valores que se quieren resaltar y que la persona a la que se le otorga atesore de manera contrastada. Todo lo demás puede ser marketing, intrigas cortesanas, amistades peligrosas,... pero nunca justicia en la elección.
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