Llegó el esperado viaje a Salamanca. Se respiraba ambiente taurino en el autobús: en las conversaciones y después, cuando veíamos en vídeo la tarde de los Victorinos en Bilbao del año pasado, en la que nuestro paisano Diego Urdiales obtuvo un gran triunfo.
Ya en tierras charras cogíamos fuerzas con un buen almuerzo, también en aquel bar se respiraba ambiente taurino, en la decoración y en los clientes. Uno de ellos era Pablo Lechuga, joven y prometedor novillero de la localidad madrileña de San Martín de Valdeiglesias.
En la ganadería de Salustiano Galache, después de hacer una breve visita a los cuatreños que tienen preparados para lidiar este año, asistimos al gran acontecimiento del fin de semana: un tentadero a cargo de Miguel Abellán. Se tentaron dos vacas de seis y siete años. No eran vacas grandes, pero tenían la seriedad en la embestida que da la edad en el ganado bravo. Fueron muy buenas, regalaron decenas de embestidas nobles y humilladas.
Abellán toreó a placer, surgieron naturales perfectos: encajado sobre los riñones, llevándoselas detrás de la cadera, con la muleta "planchá" y el pulso firme. Los remates por abajo destilaron torería y al final de su labor se montó, casi literalmente, encima de las vacas. Los que estuvimos allí no olvidaremos aquella fría y ventosa mañana de Marzo en la asolerada ganadería de Galache, donde Miguel Abellán bordó el toreo con dos vacas viejas.
Manolo Martín, apoderado del torero y empresario de Alfaro, nos guió durante todo el fin de semana por tierras charras. Tuvo el buen gusto de llevarnos a comer a Ciudad Rodrigo, donde seguimos con el ambiente taurino y dimos buena cuenta de un exquisito rabo de toro. La tarde y la noche de aquel sábado la pasamos en la bellísima ciudad de Salamanca. Algunos obtaron por pasear por sus calles y disfrutar de los bares de pinchos. Otros, además, apuraron la famosa noche salmantina hasta que aguantó el cuerpo.
El domingo por la mañana nos esperaban en Finca Gudino, donde pastan los toros de Caridad Cobaleda. Dos alumnos de
Lo grande llegó después, cuando Manolo Martín soltó una erala para los aficionados prácticos de
Allí acabó nuestro fin de semana taurino. Después de comer en Ledesma, emprendimos el viaje de vuelta con el anhelo de volver pronto a una tierra tan taurina y tan bonita como es
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