Ayer Victorino Martín lidió una corrida en la Chata de Griseras bien presentada, con toros de juego variado que arrojaron un balance general positivo para el aficionado y para los coletudos, que pudo haber sido mayor si no hubiesen errado con los aceros.
A la derecha del paseíllo se encontraba Juán José Padilla, "el ciclón jerezano", lapidaria frase serigrafiada en uno de los costados de su coche oficial. En su primero pasó sin pena ni gloria, banderilleó ofertando menos espectáculo del habitual y el último terció resultó corto e insípido. A su segundo, toro peligroso que propinó una cornada en el escroto de 7 cms. a su banderillero Vicente Yestera, lo perdió de vista para siempre poco después del sonido que anuncia el cambio de tercio y fue abroncado. Quizá se esperaba más del diestro gaditano que el año anterior cortó dos orejas en esta misma plaza aunque a buen seguro que muchos aficionados, en un deliberado cambio del refranero decían aquello de "lo corto, si es con Padilla, dos veces bueno".
Diego Urdiales tuvo suerte con su lote. El segundo, de nombre Minador y que se había convertido en el protagonista absoluto del fin de semana al revolucionar los corrales y embestir a su hermano Bombacho propinándole una cornada sin consecuencias, fue el mejor toro de la tarde, al que le realizó una faena de verdad, profunda y colmada de pureza. Cortó una oreja. Completamente entregado en su segundo a pesar del viento que arreció, por momentos con mucha fuerza, durante toda la tarde, el de Arnedo le fue robando muletazos con perseverancia y oficio. No estuvo acertado en la suerte suprema y la presumible recompensa de las gradas quedó diluída.
Sergio Aguilar sorprendió gratamente a los aficionados que no habían tenido ocasión de verlo actuar en vivo. Se trata de un torero inmensamente valeroso, que se coloca delante del toro sin concesiones, que posiblemente resulte frío y que, precisamente por eso, tenga que hacer mucho más que otros para calar en los tendidos. A su primer toro, falto de transmisión, lo mató mal. Su mejor actuación se vió con el que cerró plaza, un toro con malas hechuras, muy complicado desde el inicio, en el que no se vislumbraba a priori posibilidades de éxito. Inició el último tercio sometiéndolo por bajo con firmeza y oficio. Poco a poco, fue sacándole muletazos de mucho mérito, siempre en el sitio, inmóvil ante unas embestidas de un astado que se revolvía con fiereza y que no le permitía distraerse ni un momento. Paseó una oreja meritoria ganada en farragosa pelea.
Lo de las peñas de Tudela es caso aparte. Algo así como un intento baldío en simular Pamplona. No se dan cuenta que Pamplona sólo hay una, afortunadamente, y que se encuentra a poco más de noventa kilómetros de allí. Llama la atención que lo que prentenden emular sea lo peor de aquellas fiestas y se olviden de lo verdaderemante interesante. Mientras que los toreros se jugaban la vida, unos se zampaban hasta el cemento de los asientos dando la espalda al albero, otros emprendían unas curiosas guerrillas de comida. Mención especial la de una chica vestida de blanco calimocho de pies a cabeza (literalemente) zarandeaba su pañuelo rojo desde el pasillo de la grada de sol incitando al sobrero que se encontraba en los corrales. Con la camiseta hecha jirones, la piel morena con pátina brillante Don Simón y una imborrable sonrisa cruzada en su cara, gritaba sin descanso: ¡Eje, eje, torooo! ¡Mira, mira, me sigue! Su felicidad era tal que me resultó imposible pedirle que se abandonase al silencio.
La afluencia de público no se correspondió con el cartel anunciado. Media plaza resulta insuficiente si se tiene en cuenta, entre otras cosas, que los anunciados son unos toros con el cartel de Victorino.
La segunda ciudad de Navarra atraviesa un déficit de ilusión taurina. Sería conveniente buscar fórmulas que atraigan a los tudelanos a la plaza de toros pero esto ya es labor del empresario. Empresario que, por cierto, se ofreció a colaborar en la construcción de una nueva plaza de toros. ¿La afluencia de público año a año va menguando y se atreve a realizar una inversión así? Puede que sea un visionario y haya vislumbrado un futuro esperanzador que le permita embarcarse en un proyecto a priori incierto y de profundo calado. O puede que se haya enterado de la cotización en la capital ribera del precio del metro cuadrado de los locales comerciales resultantes.
A la derecha del paseíllo se encontraba Juán José Padilla, "el ciclón jerezano", lapidaria frase serigrafiada en uno de los costados de su coche oficial. En su primero pasó sin pena ni gloria, banderilleó ofertando menos espectáculo del habitual y el último terció resultó corto e insípido. A su segundo, toro peligroso que propinó una cornada en el escroto de 7 cms. a su banderillero Vicente Yestera, lo perdió de vista para siempre poco después del sonido que anuncia el cambio de tercio y fue abroncado. Quizá se esperaba más del diestro gaditano que el año anterior cortó dos orejas en esta misma plaza aunque a buen seguro que muchos aficionados, en un deliberado cambio del refranero decían aquello de "lo corto, si es con Padilla, dos veces bueno".
Diego Urdiales tuvo suerte con su lote. El segundo, de nombre Minador y que se había convertido en el protagonista absoluto del fin de semana al revolucionar los corrales y embestir a su hermano Bombacho propinándole una cornada sin consecuencias, fue el mejor toro de la tarde, al que le realizó una faena de verdad, profunda y colmada de pureza. Cortó una oreja. Completamente entregado en su segundo a pesar del viento que arreció, por momentos con mucha fuerza, durante toda la tarde, el de Arnedo le fue robando muletazos con perseverancia y oficio. No estuvo acertado en la suerte suprema y la presumible recompensa de las gradas quedó diluída.
Sergio Aguilar sorprendió gratamente a los aficionados que no habían tenido ocasión de verlo actuar en vivo. Se trata de un torero inmensamente valeroso, que se coloca delante del toro sin concesiones, que posiblemente resulte frío y que, precisamente por eso, tenga que hacer mucho más que otros para calar en los tendidos. A su primer toro, falto de transmisión, lo mató mal. Su mejor actuación se vió con el que cerró plaza, un toro con malas hechuras, muy complicado desde el inicio, en el que no se vislumbraba a priori posibilidades de éxito. Inició el último tercio sometiéndolo por bajo con firmeza y oficio. Poco a poco, fue sacándole muletazos de mucho mérito, siempre en el sitio, inmóvil ante unas embestidas de un astado que se revolvía con fiereza y que no le permitía distraerse ni un momento. Paseó una oreja meritoria ganada en farragosa pelea.
Lo de las peñas de Tudela es caso aparte. Algo así como un intento baldío en simular Pamplona. No se dan cuenta que Pamplona sólo hay una, afortunadamente, y que se encuentra a poco más de noventa kilómetros de allí. Llama la atención que lo que prentenden emular sea lo peor de aquellas fiestas y se olviden de lo verdaderemante interesante. Mientras que los toreros se jugaban la vida, unos se zampaban hasta el cemento de los asientos dando la espalda al albero, otros emprendían unas curiosas guerrillas de comida. Mención especial la de una chica vestida de blanco calimocho de pies a cabeza (literalemente) zarandeaba su pañuelo rojo desde el pasillo de la grada de sol incitando al sobrero que se encontraba en los corrales. Con la camiseta hecha jirones, la piel morena con pátina brillante Don Simón y una imborrable sonrisa cruzada en su cara, gritaba sin descanso: ¡Eje, eje, torooo! ¡Mira, mira, me sigue! Su felicidad era tal que me resultó imposible pedirle que se abandonase al silencio.
La afluencia de público no se correspondió con el cartel anunciado. Media plaza resulta insuficiente si se tiene en cuenta, entre otras cosas, que los anunciados son unos toros con el cartel de Victorino.
La segunda ciudad de Navarra atraviesa un déficit de ilusión taurina. Sería conveniente buscar fórmulas que atraigan a los tudelanos a la plaza de toros pero esto ya es labor del empresario. Empresario que, por cierto, se ofreció a colaborar en la construcción de una nueva plaza de toros. ¿La afluencia de público año a año va menguando y se atreve a realizar una inversión así? Puede que sea un visionario y haya vislumbrado un futuro esperanzador que le permita embarcarse en un proyecto a priori incierto y de profundo calado. O puede que se haya enterado de la cotización en la capital ribera del precio del metro cuadrado de los locales comerciales resultantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario